Algo cambió y me da miedo. Yo solía ponerme a escribir una especie de monólogos que eran algo así como mi voz interior. Podía seguir con palabras a mi flujo de conciencia con gracia y dramatismo. No sé qué pasó ahora. No puedo ir a ningún lado. Siento que se me están bloqueando todas las salidas. Tal vez tenga que ver con que tomé más lorazepam de lo habitual. Más la cerveza y el porro.
Hace unos meses tenía más claridad. No sé si esos días coincidieron con las semanas que estuve limpia, creo que sí. No me gusta la idea de que cada vez que vuelva a sentirme miserable se pierda mi voz, y me encuentre sin nada que decir más que el presente inmediato y crudo, que tampoco me interesa relatar porque es un bajón y es más de lo mismo.
Tengo cosas para decir.
Voy a buscar respuestas en otros lados. Claro, no estoy buscando «cosas para decir» sino «respuestas».
Igual mientras lavo los platos, barro el piso, fumo y cocino,
mantengo la fe intacta de que con este libro
cambiaremos la historia de la literatura.
- Cecilia Pavón
No quiero decir nada que no pienso, y justo acá iba a compartir pensamientos un poco pesimistas, pero puedo reconocer otras cosas:
La literatura es magia y a la vez sé que no, pero yo deliro igual. Así es como seguía ese poema. Me gusta y detesto leer a Cecilia Pavón porque es luminosa, me hace ver la simpatía de la poesía en todos lados. Genera esa bronca que me da cuando descubro que las cosas que dicen que hacen bien, efectivamente hacen bien. Como salir a ver la luz del sol, hacer ejercicio, leer un libro. Que bronca loco, nunca tuve tanta bronca.
No me acuerdo que autor decía que escribir es rezar, creo que Whitman, otro simpaticón con ganas de vivir. A esta gente me dan ganas de pegarles y abrazarme a ellos llorando e intentar absorberles la vitalidad como un dementor de Harry Potter. No me queda otra que hacerle caso a estos angelitos de Dios enviados a la tierra para darnos un poco de ganas de vivir. Tampoco la pavada; para darnos claridad. Entonces, le rezo a la cotidianeidad.
Cecilia escribe un poema llamado trenza, donde sigue:
Y pensé que mi dia es como una larga trenza de pelo negro y sedoso
y dentro de esa trenza está este libro del que caen las palabras
un día tengo fe
y un día pierdo la fe
un día tengo fe
y un dia pierdo la fe
y en el dia se trenzan la fe y la falta de fe
la fe y la falta de fe
la fe y la falta de fe.
Uno lee y transita lugares. Quiero hurgar algo de eso en mi memoria:
Un elefante violeta aparece en la habitación de una chica. Ella lo lleva a todos lados intentando esconderlo. Lo cuida, lo quiere y lo esconde.
Una señora decide embalsamar a su perro agonizante.
Patti Smith cirujeando en Nueva York movida por las fuerzas superiores del amor al arte, se enamora y se consolida como madrina del punk recitando poemas acompañados por una guitarra eléctrica en la iglesia.
El libro Éramos unos niños me lo regaló mi hermana para mi cumpleaños de 15. Ese verano fuimos con todas mis hermanas mayores, mi sobrino y mi madre al pueblito más hippie de Uruguay. Dormimos todas juntas, repartidas en dos camas matrimoniales, en una cabaña llena de arañas de colores, con un ventanal enorme donde se veía el mar y el bosque. Creo que fueron las únicas vacaciones que pasamos juntas y solas, sin parejas ni amigos cerca. Fue un adorable intento de mi madre por alejarme de un novio tóxico y de la depresión adolescente. En esos días hubo luna de sangre. La luna roja se reflejaba en el mar y el cielo despejado era un despliegue infinito de estrellas titilantes. Observe ese paisaje, acostada en una hamaca paraguaya, con un farol naranja al lado. Dentro de la cabaña veía a mis tres hermanas en la cama con mi sobrino, mirando Los Simpsons, comiendo brownies locos. Ahí leí a Patti Smith, que me devolvió las ganas de vivir. Tal vez deba volver a leerla.
A partir de ahora combatiré el bajón con autoras optimistas.
Cada vez que Sylvia Plath quiera meterse en mi cama para hacerme la paja le diré que se vaya y no vuelva. Que se lleve a Pizarnik y a Lana del Rey. Les gritaré que son feas y aburridas. Que las entiendo, sí, pero mi cuerpo no puede pertenecerles. Las odio. No puede ser que se babeen tanto mirándome llorar, escondidas entre mis sábanas esperando la orgía infernal. Son unas atorrantas.Quiero gritarle a la imbécil de Sylvia que no voy a acompañarla de cabeza al horno, aunque me encantaría. No soy una vieja muerta como ella. Me parezco más a sus hijos encerrados en el cuarto con la chocolatada, quedando huérfanos, a cargo del forro de su padre.
No soy digna. Estas mujeres no merecen ninguna de mis ofensas. Las amo pero necesito que me dejen en paz.
Pensé en cortarme las venas y que no funcione, que me internen y que todos se den cuenta de que estoy mal. Taaaan dark que me da vergüenza. Che, tranqui.
No me acuerdo de nada de lo que leí. Mis sinopsis son un embole.
Me gustaría, al menos, contar un chiste. Pero el apagón es total.
Hoy tuve ganas de matarme por primera vez en la vida.
Quiero que me quieran, pero no sé cómo. Puedo ser muy buena queriendo y dando todo a mis seres queridos, pero no sé recibir nada. Me quedo vacía.
Escucho Paper Bag de Fiona Apple porque soy una chica linda y rota. Tengo un cartel luminoso en la frente que dice “arruiname la vida, por favor”. A nadie le importa. Me quedo acá sola, girando sobre lo mismo. Extraño enamorarme de chicos horribles que disfracen el vacío de amor. La cocaína produce los mismos efectos pero sin el disfraz de la esperanza. Esa minúscula posibilidad de conexión es lo único que lo diferencia de las drogas duras. Puede que sea mejor ese velo. Al menos estaría deprimida pero bien cogida, en vez de deprimida imaginando que una secta de poetas muertas se hacen la paja viéndome llorar.
Unos cortes en el brazo pueden cicatrizar muy rápido, si son superficiales casi no dejan marcas. Capaz un cuchillo menos choto funcionaría mejor, más fácil y sin tanto espamento. ¿Qué estoy pensando?, esto ya no se puede literaturizar, ya está oscuro. Nadie quiere leer que estás buscando un buen cuchillo en el cajón de la cocina. El grande de picar cebolla te intimida un poco.
No vas a hacer nada porque ya te pegan las pastillas y estás bastante adormecida. Sería un desperdicio levantarse para esto, con lo que costó tranquilizarse. Hoy, al menos, no. Ahora no.
Quiero a mi papá y quiero que me quiera. Quiero que mi mamá no haya convulsionado al sacar la chocolatada del microondas ni al salir del subte. Quiero haberle dicho que sí a todos los hombres buenos que se me presentaron y haberle dicho que no a todos los malos. Quiero sentirme capaz. Confiar en lo que me hace bien. Creer en alguien que crea en mí o creer en mí o desdoblarme en algún lado y confiar en esa otra Yo superior. Quiero dos talles mas tetas porque siento que asi seria mas feliz. Tengo hambre de poder, quiero muchísima plata y reconocimiento, quiero ver mi cara en la ventana trasera de los colectivos. Específicamente del 71, y quiero que mi ex lo vea y me escriba. Que vayamos a tomar un café, que él esté pelado y petiso mientras yo soy una diosa inalcanzable. Quiero tener cantidades asquerosas de dinero y que me entreguen premios gigantes y pesados, para guardarlos en el baño. Porque sé que esas cosas no tienen valor verdadero. Y, ante todo, soy humilde.
Volvió el monólogo. Qué agotador. Ahora quiero que se vaya. Debería salir de casa a ver la luz del sol.
Qué vergüenza que todo termine ahí. Volver a la misma conclusión berreta de que soy como soy porque no me dieron bola.
Necesito alguien que se dé cuenta de que estoy mal y me quiera acompañar. Alguien que me nombre. Pero si alguien se preocupa demasiado, me violenta. Me asusta.
Quiero salir de acá. Tengo miedo de los pensamientos a los que estoy llegando. Tengo miedo de cortarme las venas sin querer y hacer un escándalo.
Temo que matarme o tener un hijo estén siendo las únicas dos salidas posibles a este círculo.
Patti y Cecilia son señoras vivas. Yo tengo derecho a llegar a ser una vieja viva. Y si hay algo que nunca me salió pero que siempre intenté es eso: hacer valer mis derechos. Esa será la lucha que le dé sentido a mi vida.
Hasta la victoria siempre, compañeros.
Jajaja. Chau.
También podés contarme cómo andas.
No te cortes las venas. Largas te quedan más lindas. Y egoístamente quiero que sigas escribiendo y ver como me tapas la vista con tu cara ploteada en el 71.
Son momentos Ana. Sólo eso. Porfa no me dejes sin tus palabras.🫂